Si está leyendo estas líneas es porque alguna vez se le ha pasado por la cabeza cómo escribir un libro. Un reto hermoso y a la vez complicado que proporciona no pocas satisfacciones a quienes deciden afrontar cómo publicar un libro.
Pero ¿de veras lo ha pensado bien? ¿Es consciente de las dificultades a las que tendrá que enfrentarse? ¿Sabe cuántos obstáculos deberá superar antes de concluir el primer capítulo? ¿Y del camino tan largo que habrá de recorrer antes de escribir la palabra FIN?
Si aun intuyendo las respuestas continúa aquí es porque verdaderamente desea vivir la experiencia. Si es así, lea con atención lo que sigue. A partir de este momento trataremos de exponer las pautas necesarias para emprender una apasionante aventura: cómo escribir un libro.
1. ¿Sobre qué quiero escribir?
Es la primera pregunta que debe hacerse todo autor que comienza. Al igual que un pintor, antes de sujetar el pincel, tiene que tener una idea previa de lo que va a plasmar sobre el lienzo, el aspirante a escritor necesita saber hacia dónde va antes de tomar el lápiz entre sus dedos o teclear en el ordenador.
¿Desea plasmar poemas? ¿O tal vez ha pensado en crear una obra de teatro? ¿Prefiere la novela o el ensayo? ¿Le gustaría escribir relatos?
Como ve, definir el género literario es fundamental antes incluso de pensar en una idea sobre la que trabajar, pues este definirá el método a emplear.
Por poner un ejemplo, si optamos por la poesía, tendremos una mayor libertad a la hora de enfrentarnos al papel en blanco, pero si lo nuestro es la novela, será necesario recorrer muchos pasos antes de escribir la primera línea.
2. ¿A qué lectores irá dirigido mi libro?
Una vez decidido el género, resulta imprescindible discernir si nuestra obra estará enfocada para un público infantil, juvenil o adulto. Y es que no es lo mismo escribir para lectores experimentados que para aquellos que son menores de edad o que aún no poseen las herramientas necesarias para discernir sobre ciertos temas o situaciones.
Dependiendo de un lector y otro, tanto el lenguaje como el tono empleados deberá ser distinto, y eso marcará el camino a recorrer.
Esta decisión es sumamente importante, ya que, al igual que ocurre en el mundo de la comunicación, el resto de decisiones se verán influenciadas por el tipo de receptor del mensaje.
3. En busca de la mejor idea
Toda obra de arte nace de una idea, ya sea figurativa o abstracta, y en el mundo de la literatura ocurre lo mismo. Aun optando por cómo escribir un libro de ensayo, y antes de decidir cómo enfocar la obra, el escritor debe partir de una base, o usando el símil de la construcción, hallar un terreno sobre el que edificar y desde ahí ir levantando los cimientos.
Dar con una buena idea sobre la que escribir puede llevarnos horas, meses o años. No existe fórmula para hallar la inspiración, y esta puede acudir a nosotros en el momento más inesperado.
Por poner un ejemplo, muchas de las mejores novelas han surgido de una idea simple, pues para escribir una buena historia no es necesario acudir a conceptos complejos. La razón es que en la literatura, como en la vida, lo importante no siempre es el fondo sino la forma.
Nuestro consejo a la hora de buscar una idea es la de observar nuestro entorno, máxime si no poseemos experiencia previa en la literatura. Siempre resulta más sencillo escribir de algo que conocemos que de un concepto lejano o que escape a nuestras competencias.
4. El proceso de documentación
No importa qué tipo de libro desee escribir; ya sea una biografía personal o una novela de aventuras, antes de comenzar con el proceso de escritura deberá investigar concienzudamente. Este es el único modo con el que logrará que su historia sea creíble y, en consecuencia, tendrá más posibilidades de ganarse la confianza de los lectores.
Por poner un ejemplo: si decide alumbrar un ensayo sobre la Revolución Francesa, antes deberá leer todo lo que caiga en sus manos sobre el tema. Desde monografías específicas a artículos de revistas, pasando por enciclopedias y páginas de Internet. Asimismo será recomendable ver documentales y películas, visitar museos de historia y contemplar obras de arte relativas al acontecimiento. Todo ello le ayudará a visualizar la época con mayor nitidez. Esta misma fórmula deberá emplearla en caso de escribir novela o teatro, e incluso si opta por alumbrar una biografía o un libro de divulgación.
El proceso de documentación, aunque arduo, es una de las fases más bonitas a las que tiene que enfrentarse un autor, pues permite sumergirse en el mundo que desea recrear de un modo cercano y directo. Para la mayoría de escritores es incluso más interesante que el proceso de escritura, pues gracias a él se puede aprender sobre diversas materias y descubrir temas, personajes o situaciones que, de no haber investigado previamente, se les habrían pasado.
5. ¿Mapa o brújula?
He aquí una pregunta muy recurrente en el mundo de la literatura: ¿Es usted escritor de mapa o de brújula?
¿A qué nos estamos refiriendo exactamente?
El escritor de mapa es aquel que, antes de comenzar con el proceso de escritura, diseña un mapa o itinerario por el que caminará. Eso es en la teoría, claro. En la práctica ese «mapa» es un documento en el que esboza el punto de partida de su historia, el de llegada, así como las «paradas» intermedias. De este modo, sabrá en todo momento hacia dónde debe dirigirse mientras escribe. Por supuesto no existe una regla fija para diseñar un mapa. Cada escritor podrá detallarlo más o menos en función de sus gustos o su modo de trabajar, e incluso ir modificándolo a medida que avanza.
Por el contrario, el escritor de brújula es aquel que se lanza a la aventura con la única ayuda de su intuición. Sin mapas ni itinerarios previos, usará sus conocimientos a modo de brújula, tratando de solventar los problemas a medida que se le presenten, y dejándose llevar por las situaciones dependiendo de su estado emocional y lo que le vaya pidiendo el texto. Para dichos escritores, esta es la manera más espontánea de trabajar, pues no obedece a reglas, y por tanto les permite expresarse con una mayor libertad.
¿Cuál es el método ideal para el escritor que empieza?
Es difícil responder a esta cuestión, pues existen escritores noveles de mapa pero también de brújula, si bien es importante subrayar que el desarrollo de un itinerario previo siempre resulta de gran ayuda, máxime para quienes no poseen experiencia. Y es que no es lo mismo viajar a un lugar desconocido con una planificación y unos conocimientos previos que sin estos. No obstante, es decisión del autor optar por un método u otro.
6. Prepare su esquema
Como ya comentábamos en el apartado anterior, existen personas a las que les gusta lanzarse a escribir su historia directamente, sin bocetos ni apuntes previos. Una decisión muy respetable, sin duda.
Pero si usted es un escritor sin experiencia, siempre es aconsejable preparar un esquema que le ayude a desglosar su idea. Este no solo le ayudará en el proceso de escritura, sino que le ahorrará muchos problemas posteriores, especialmente si interrumpe su trabajo durante un determinado tiempo.
El esquema también evita que la obra sufra de inconsistencia, pues permite repasar de un vistazo aquellos temas, conflictos o personajes que debe incluir necesariamente en la historia, y por tanto libera a la memoria de ese duro trabajo. Por decirlo de alguna manera, es un seguro contra el olvido.
Asimismo, al realizarlo de manera previa a la escritura, le permite obtener una idea general sobre muchas cosas: ¿De dónde vengo? ¿Hacia dónde voy? ¿Quién debe aparecer en esta escena? ¿Y en esta otra?
Eso sí, preparar un buen esquema lleva su tiempo, y en el caso de una novela mucho más. Por un lado deberá definir los personajes, por otro los escenarios, y por supuesto concretar los conflictos dramáticos, situaciones a desarrollar, etc. Este trabajo previo puede llevarle semanas o incluso meses, pero una vez lo haya realizado, disfrutará mucho más del proceso de escritura, pues todo estará bien atado.
7. Planifique su calendario
A lo largo de este artículo hemos comparado el proceso de escritura con la construcción de un edificio. No en vano, ambos tienen muchas cosas en común, como el hecho de asentarse sobre un terreno (la idea), la necesidad de levantar unos cimientos (el proceso de documentación), la edificación de los techos y las paredes (el esquema previo) y por último el embellecimiento (la fase de escritura).
Y al igual que los profesionales de la construcción necesitan diseñar un calendario antes de levantar un edificio, el escritor debe establecer unos plazos para acometer su proyecto literario.
Este debe realizarse en función de sus posibilidades reales. Es decir, si una persona es capaz de escribir dos páginas al día (una página DIN A4 escrita a ordenador, con un tamaño de letra estándar, por ejemplo Times New Roman a 11 puntos, contiene aproximadamente unas 700-800 palabras), lo primero es calcular cuántas páginas tendrá el libro aproximadamente.
Teniendo en cuenta que la mayoría de concursos literarios exigen un mínimo de 150 páginas para una novela (también puede poseer más, pero esa es la medida estándar), estaríamos hablando de una media de 75 días solo para la fase de escritura. A esto hay que sumarle la documentación previa, el esquema, los posibles problemas que vayan surgiendo, los descansos y por supuesto la revisión final.
En consecuencia, un calendario realista para un libro de esas características abarcaría desde seis meses a un año, dependiendo de la capacidad de cada escritor. Eso siempre que el autor trabaje de manera continua y casi a diario.
Para aquellos autores que escriben únicamente en sus ratos libres, este proceso puede alargarse el doble, de ahí que la mayoría de personas no profesionales que se enfrentan a la redacción de un libro confiesen emplear entre dos y tres años para terminarlo.
8. Divida su libro en capítulos
Una forma muy aconsejable de planificar su trabajo es dividir el libro en capítulos. De este modo podrá calcular mucho mejor la extensión y el tiempo que necesita para acometer la escritura.
Tanto si se trata de una novela de ficción como si ha optado por preguntarte cómo escribir un libro de ensayo o la biografía de algún personaje, la división por capítulos es altamente recomendable porque le permite organizar mejor los temas a tratar, así como crear expectativas en el lector.
Por ejemplo, en el caso de los «thrillers» o novelas de suspense, resulta interesante planificar el final de cada capítulo de manera independiente, pues de esa manera podrá intensificar la sensación de duda o inquietud en los lectores (el denominado «cliffhanger»), la cual le mantendrá en vilo y con ganas de devorar las siguientes páginas.
9. Consulte a su lector cero
Un buen método para aquellos escritores que comienzan es, una vez realizado el esquema y dividido el trabajo en capítulos, redactar unas primeras páginas y mostrárselas a un familiar o amigo (el denominado «lector cero»).
Si es una persona de confianza le dará su opinión sin rodeos, y si además se trata de un lector consumado o que posee conocimientos literarios, podrá darle consejos y ayudarle a mejorar con criterio.
Esta revisión previa por parte del lector cero le ahorrará trabajo y disgustos, pues de manera sencilla obtendrá una información valiosísima con la que trabajar. Y es que a veces una buena historia puede estropearse por no emplear el tono adecuado, por una mala elección de voz narrativa, o un manejo equivocado de los tiempos. Todo ello puede corregirse si se realizan cambios desde el principio (al igual que en la construcción, no es lo mismo acometer mejoras en un edificio a medio construir que en uno completamente terminado).
10. Ármese de paciencia y no se rinda jamás
Como advertíamos al principio, escribir un libro es un reto hermoso y a la vez complicado, por lo que si desea afrontarlo debe ser consciente de que el proceso puede estar lleno de altibajos.
Al igual que ocurre en otros trabajos, no todos los días nos sentimos igual de positivos, ni gozamos de la misma energía o claridad de ideas. Asimismo en el mundo del arte —y la literatura es un arte con mayúsculas—, la inspiración resulta fundamental, y esta no acude a nuestra mente de manera puntual, sino que depende de muchos factores, como nuestro estado de ánimo, el cansancio, etc.
Con esto queremos decir que habrá momentos en que nuestra escritura fluya de manera natural y nos permita redactar 1000 palabras de un tirón y otros en los que el proceso se nos haga cuesta arriba y no podamos superar las dos líneas. Esto es normal y les ocurre incluso a los profesionales.
¿Qué debemos tener en cuenta a la hora de enfrentarnos al proceso con todas las garantías? Especialmente el armarnos de paciencia, ya que la escritura de un libro no es algo que se consiga de un día para otro, y por supuesto no rendirnos jamás, independientemente de los resultados.
Y es que escribir es como vivir: a veces luce el sol y nos invita a pasear, y otras veces estalla una tormenta y hemos de resguardarnos, pero no por ello dejamos de respirar, sentir y soñar.