No hace falta decir que lo que define la calidad de un libro es su contenido. Sin embargo, como ocurre con otros productos, en una sociedad donde impera la imagen, resulta fundamental captar la atención de los potenciales clientes, esto es los lectores. Y es que una buena portada puede marcar la diferencia en una mesa o un escaparate repleto de novedades, lo que permitirá que esa obra tenga más posibilidades de ser adquirida que otra. Y al decir «buena» no nos estamos refiriendo únicamente a que el color sea atractivo o que la imagen elegida para acompañar al título guarde relación con lo que se cuenta en sus páginas, sino a que cause impacto.
No debemos olvidar que el diseño de la cubierta (portada + contraportada y/o solapas) es la primera toma de contacto del lector con la obra, de ahí que debamos cuidarla al máximo para lograr sorprenderle. Y es que no son pocas las personas que acceden a una librería o unos grandes almacenes sin una idea previa, optando por pasear entre las estanterías en busca de algo que llame su atención. El hecho de atraer su mirada gracias a una portada llamativa supondrá el primer triunfo de nuestro libro, lo cual multiplicará sus posibilidades de alcanzar el éxito. Si a este primer vistazo le acompaña un interés por tomarlo en sus manos, darle la vuelta y descubrir la sinopsis, ya tendremos mucho terreno ganado para que desee leer la obra completa.
Por tanto, huelga decir que en todo proceso editorial debemos prestar la máxima atención a la portada, pues esta es la carta de presentación de nuestro libro.
1. Partes de un libro
Como todos sabemos, el libro impreso se compone de pliegos que a su vez forman páginas, las cuales pueden ir cosidas o pegadas, así como cubiertas por un cartón de mayor o menor grosor. A este último se le denomina cubierta y puede ser de un material consistente (tapa dura o «cartoné») o flexible (tapa blanda o «rústica»).
Muchas de esas cubiertas en tapa blanda o rústica están dotadas de solapas, que no son más que una prolongación lateral de la cubierta (de entre 7 y 10 centímetros aproximadamente), la cual va doblada hacia adentro y sirve para darle mayor rigidez al libro y evitar que se arquee la portada. Normalmente se utiliza para incluir la biografía del autor (parte anterior o delantera) y la lista de los libros de la colección u otra información de interés (parte posterior o trasera). Los libros en tapa dura no pueden llevar solapas.
Por tanto, llamamos cubierta a cada una de las partes, anterior y posterior (o trasera), que cubre los pliegos de un libro, las cuales van unidas por un lomo, que es aquella parte donde se indica el título y el nombre del autor y que asoma cuando lo colocamos en una estantería.
Además de esto, no son pocas las obras de tapa dura —sobre todo si van forradas en tela— que cuentan con una sobrecubierta. Esta sería un forro que permite protegerlas así como añadir información y vistosidad a la obra.
Llegados a este punto también hemos de mencionar la faja o «fajilla», que es una tira de papel que abraza a la cubierta (o a la sobrecubierta, en caso de tenerla), pero mucho más estrecha que esta, y que suele ser de colores llamativos (rojo, amarillo, verde, azul…). Su función es dotar de información extra a la obra, y suele llevar impreso el número de ejemplares vendidos, la edición de la que se trata, una frase gancho o una breve reseña. Este elemento, que en los últimos años se ha puesto de moda entre los editores, aporta información y embellece, pero en ningún caso resulta imprescindible.
2. ¿Portada o cubierta?
Aunque en los últimos tiempos se ha impuesto la costumbre de llamar portada a la cubierta, hemos de insistir en que el término cubierta sirve para definir el todo, es decir, el cartón que recubre exteriormente las páginas del libro (la tapa dura o blanda al completo), mientras que la portada sería una parte, concretamente aquella que se ubica en el lado delantero de la cubierta y que incluye el título y el nombre del autor en letras grandes. Finalmente la contraportada sería la parte que se ubica en el lado trasero de la cubierta, y que suele incluir datos como la sinopsis, apuntes biográficos del autor, etc.
3. Importancia de la portada
Como ya mencionamos al inicio del artículo, en una sociedad dominada por la imagen, resulta de vital importancia captar la atención de los potenciales clientes, que en el caso de los libros son los lectores. Y el mejor modo de hacerlo es a través de una portada llamativa, que atraiga su interés y, a ser posible, sobresalga entre las demás.
No olvidemos que cada año se publican alrededor de 80.000 libros en España, por lo que resulta muy difícil destacar en un mercado tan competitivo.
Una de las fórmulas para lograrlo es interpelar al lector, provocar un impacto con nuestro libro, y esto solo se consigue con una portada atractiva, distinta, potente. Si a esto le añadimos un diseño actual y realizado con buen gusto, tendremos muchas más posibilidades de triunfar.
4. Elementos de la portada
Antes de dar forma a la portada de nuestro libro, es importante conocer qué elementos la componen. De este modo, no solo conseguiremos alumbrarla con criterio, sino que recibiremos lecciones importantes sobre diseño.
Más allá del nombre del autor y del título, los cuales deben leerse con claridad, como ya explicaremos, es necesario incluir ilustraciones, imágenes o fondos lisos, los cuales nos servirán como llamada de atención para el posible comprador. Asimismo, las portadas de libros publicados al estilo tradicional incluyen el logo de la editorial y, en ocasiones, el nombre de la colección a la que pertenecen.
Aunque cada uno es libre de diseñar su portada como crea más conveniente, en los últimos tiempos se viene apostando por la simplicidad en las formas, lo cual nos permitirá enviar un mensaje claro y directo al lector. La razón para esto es que cada vez es mayor la competencia, y, al estar rodeado de muchos otros, el libro debe causar impacto ya desde la cubierta.
5. La carta de presentación de nuestro libro
Antes de acometer la difícil tarea de diseñar una portada, el autor debe tener claro que de esta dependerá gran parte del éxito o el fracaso de su libro. Y es que, en una sociedad dominada por la imagen, donde cada año se publican decenas de miles de libros en España, resulta imprescindible destacar.
No en vano, la portada es la carta de presentación del producto, lo primero que entra por el ojo del cliente, en este caso el lector. Si logramos llamar su atención con un color adecuado, una imagen atractiva y un mensaje poderoso, tendremos más posibilidades de que decida adquirirlo que si este pasa desapercibido.
En las siguientes líneas trataremos de exponer las claves necesarias para dar forma a una portada del modo más profesional posible.
Elige el diseño conforme y acorde a lo que narras
Una buena portada es aquella que nos llama desde el escaparate, la estantería o la mesa de novedades de la librería, pero también la que contiene el mensaje del libro. Esto quiere decir que, más allá del color de su fondo, de la tipografía elegida para el título, o de la imagen que lo acompaña, es necesario expresar, de algún modo, qué deseamos transmitir con dicha obra.
Para hallar la ilustración y el tono adecuados hemos de pensar en el argumento de nuestro libro, tratando de localizar una idea o una imagen concreta que resuma su contenido. Si no somos capaces de lograrlo, quizás lo mejor sea optar por reflejar algún detalle, escenario o personaje que refleje lo que se cuenta en el interior o que conecte directamente con el título.
La idea es despertar curiosidad en el lector, para que, seguidamente, este decida tomar el libro en sus manos, darle la vuelta y leer la sinopsis de la contraportada. Si lo logramos, habremos recorrido un importante camino a la hora de vender nuestro libro.
Título legible y que llame la atención
Si el color y la imagen que ilustra la portada son lo primero que entra por el ojo del lector, el título es lo primero que se lee, de ahí que debamos esforzarnos especialmente en su diseño.
Como es lógico, este debe destacar de manera poderosa, pues solo de ese modo llamará la atención, y al mismo tiempo ser legible. Y es que no todas las tipografías se leen con la misma facilidad, sobre todo si están rodeadas de otros elementos como imágenes, marcos, etc.
Ni que decir tiene que el cuerpo o tamaño del título debe ser siempre superior al del nombre del autor —esta regla únicamente se rompe cuando se trata de escritores muy famosos—. También debe destacar más que el resto de textos secundarios, como el título de la colección, nombre de la editorial, etc.).
Claridad e impacto
El éxito de una portada se mide en función de tres cosas: que llame la atención del lector, que resuma bien su contenido y que el diseño sea acorde al título.
Como ya hemos comentado anteriormente, para diseñar con acierto una portada es preferible optar por la sencillez, ya que una sobre acumulación de elementos solo puede distorsionar el mensaje, complicando a su vez la recepción del lector.
En suma, si optamos por una ilustración que impacte y la acompañamos de una tipografía clara y legible con la que reflejar el título, nombre del autor, etc., tendremos más posibilidades de éxito que si recargamos la portada de contenidos innecesarios.
Un mensaje eficaz
Intenta mostrar un diseño muy cuidado y de una gran calidad. Una imagen borrosa, pixelada o de dimensiones inadecuadas puede desmerecer la obra. En este sentido resulta imprescindible controlar los formatos, el tamaño de las imágenes, etc., todo para poder conseguir el objetivo de una portada lo más parecido a las mejores que podemos ver en cualquier librería.
En resumen, cuando abordemos la realización de la portada debemos tener clara una cosa: si queremos que el mensaje sea eficaz y, por tanto, capte la atención del lector, la combinación de elementos debe ser óptima.
6. ¿Es mejor diseñar por mi cuenta o contratar a un profesional?
Continuando con lo dicho, contratar a un profesional puede resultar muy recomendable para lograr una portada idónea, aquella que reúna los requisitos necesarios para que el proyecto pueda considerarse —al menos a primera vista— una publicación de calidad. Esto es fundamental para obtener buenas ventas.
Si tienes conocimientos en la materia, podrás abordar este proceso sin la ayuda de un experto en diseño y maquetación. Y es que, al dominar las herramientas de composición y edición digitales, basta con fijarse en los numerosos ejemplos que nos ofrecen las librerías y/o plataformas, así como seguir los consejos reflejados en este artículo, para realizar una portada satisfactoria.
No poseo experiencia como diseñador. ¿Debo contactar con un profesional?
Es lo más recomendable. Y es que, si desea que su portada cumpla con los mínimos de calidad exigibles, un experto en la materia es la persona más idónea. Esto le dará un acabado profesional a su libro, lo cual repercutirá positivamente en sus posibilidades de venta. No en vano, como ya hemos comentado anteriormente, la portada es la carta de presentación de la obra y el vehículo imprescindible para conectar con los lectores que se adentran en una librería o buscan en las plataformas digitales, de ahí que debamos cuidarla con esmero.
7. Diseñando la portada de mi libro: 11 pasos básicos
Aclarados los términos acerca de la importancia que supone una buena portada, los elementos que debe incluir y la conveniencia o no de contratar los servicios de un profesional para que este la haga realidad, pasamos a exponer una serie de puntos básicos para acometer su diseño.
1. Descubriendo la importancia de la imagen
Este es sin duda el primer punto a tener en cuenta. Y es que una imagen vale más que mil palabras, y si esta es llamativa, resultará más fácil captar la atención de aquellas personas que vean nuestro libro. No hace falta decir que una fotografía de calidad o una estampa potente con el tamaño adecuado son elementos de gran impacto que pueden contribuir al éxito del proyecto.
Sin embargo, si echamos un vistazo a los muchos títulos que pueblan las librerías o las plataformas de ventas por Internet, veremos que no es imprescindible utilizar una imagen para diseñar una buena portada. De hecho, muchas se limitan a utilizar fondos de color o introducir elementos simples.
En consecuencia, como ocurre con otros productos, para esto no existe una regla escrita, si bien resulta muy recomendable utilizar una ilustración como reclamo, y si esta guarda relación con el contenido de la obra, mucho mejor. En este sentido, la mejor imagen será aquella con la que el autor pueda identificar el mensaje contenido en su trabajo de un simple vistazo.
Dicha ilustración debe contar con unos mínimos de calidad y poseer un buen tamaño y resolución, ya que lo contrario provocará connotaciones negativas a la portada.
2. Eligiendo un título que destaque
Además de una buena imagen o un fondo de color llamativo, para diseñar una buena portada resulta imprescindible colocar el título de manera clara y legible, pues la suma de ambos dará como resultado una mayor visibilidad al producto.
Dicho título debe disponerse en un lugar adecuado, ya sea en la parte alta, el centro o la parte baja, y su tipografía debe resaltar. En este sentido, resulta fundamental usar un tamaño acorde a la imagen utilizada para ilustrar la portada, pues si es demasiado pequeño no captará la atención lo suficiente, y si es demasiado grande puede resultar vulgar. Asimismo, es importante utilizar un color que destaque sobre el fondo, el cual contribuirá a que el texto sea más legible.
En resumen, se trata de hallar un equilibrio en la composición que permita dotar a la portada de un acabado lo más profesional posible.
3. Introduciendo los textos complementarios
Más allá del título —elemento indispensable en cualquier portada que se precie—, es decisión del autor incluir más elementos en el diseño, comenzando por su propio nombre. Lo lógico es que este aparezca, o a lo sumo un sinónimo, pero tampoco resulta imprescindible.
Otras veces el texto es responsabilidad de varios autores, entre los que se incluye al responsable de las ilustraciones, de ahí que debamos decidir cuáles aparecen en la portada y cuáles no.
Más allá de la información que se desee transmitir, lo recomendable es no sobrecargar en exceso el diseño, tratando de lograr una composición equilibrada donde prime la claridad y el impacto del mensaje.
Decididos los elementos a incluir, pasamos a la elección del tamaño, el color, la tipografía o el lugar que ocuparán en la portada. A este respecto suele ser habitual emplear tipografías distintas para el título y los textos complementarios, así como disponerlos en diferentes tamaños y colores. Ten cuenta que es muy preciso que todos los elementos guarden relación entre sí y no den como resultado una mezcla incompresible.
4. Diseñando los elementos que componen una portada
Algo muy a tener en cuenta a la hora de diseñar una portada es dónde vamos a ubicar los diferentes elementos y qué tamaño poseerá cada uno. Ambos condicionantes determinarán si hemos logrado el tan deseado equilibrio o hemos fracasado en el intento. Y es que no es fácil acertar, ya que un texto demasiado grande podría parecer una buena idea a priori, puesto que llamaría más la atención, pero también correríamos el riesgo de que calificasen nuestra portada de vulgar, por el escaso gusto en el diseño.
Asimismo, un título excesivo nos impedirá introducir una buena imagen que lo acompañe, lo cual ya de por sí es un gran reclamo, por lo que perderemos parte del impacto. De igual forma, un título demasiado pequeño que pudiese quedar eclipsado por la ilustración tampoco sería efectivo, ya que no le permitiría al lector leerlo con facilidad.
En consecuencia, este es un punto que debemos analizarse en profundidad, pues, al ser la portada nuestra carta de presentación, de ella depende gran parte del éxito de nuestro libro. Lamentablemente no existe una fórmula para llegar al lector, aunque, si tenemos en cuenta factores como el tamaño del título o la ubicación del mismo respecto a la imagen de fondo, lograremos crear una portada más acertada y que pueda cumplir con su función.
5. Reflejando el mensaje del libro
Para que la portada de un libro resulte efectiva, resulta imprescindible que todos los elementos se hallen en sintonía, que exista un equilibrio y una coherencia en cuanto al tipo de letra utilizada, en cuanto al color, etc. Pero también que la imagen elegida refleje la esencia, el mensaje que queremos transmitir con nuestro libro.
Por poner varios ejemplos, no es lo mismo publicar un libro de cocina que un ensayo científico; ni tampoco es lo mismo una novela histórica que una de ciencia-ficción. Cada obra cuenta con lectores y códigos distintos, y deberemos emplear elementos acordes a cada estilo.
En caso de buscar el impacto alterando dichos códigos, hemos de tener mucho cuidado, pues lo que a priori puede resultar original tal vez termine confundiendo al posible comprador. Por ejemplo, diseñar una portada excesivamente futurista para una biografía, o muy plana para una novela de terror.
Como explicamos antes sobre el tamaño de la portada, querer impactar sobre el lector con un elemento en la portada que no se corresponda con el estilo de nuestra obra puede ser contraproducente. Y es que, si bien podemos sorprender a más de un lector, igualmente podemos crear el rechazo en muchos otros, y esto es algo que no nos conviene en absoluto.
6. Eligiendo la tipografía adecuada
Decididos los elementos a incluir en la portada del libro, llega el momento de buscar la tipografía que más se ajuste a nuestras pretensiones. Algo que tiene mucho que ver con el gusto estético de cada uno, pero que no debe dejar de lado la moda imperante en el sector editorial; a fin de cuentas el objetivo de todo autor es vender su libro.
Antes de tomar una decisión, recomendamos echar un vistazo a las novedades que pueblan los escaparates, mesas y estanterías de las librerías, e incluso a las obras que lideran las listas de libros más vendidos por Internet; especialmente aquellos títulos que se correspondan con el estilo de nuestra obra.
A nivel técnico, es importante recordar que el tipo de letra a utilizar para el título y los textos complementarios debe ser legible; es decir, que no haya dificultad para su lectura. A elección del autor queda si se desea usar las mismas tipografías tanto para la cubierta como para la tripa de la obra, ya que es posible realizar la portada de cualquiera de las dos formas.
7. Cuidando el tamaño de las imágenes
Este apartado está dirigido, especialmente, a aquellos autores que decidan incluir una ilustración en su portada. Y es que es importante advertir que tanto las editoriales como las imprentas requieren una resolución mínima cuando se trata de fotografías, estampas y toda clase de imágenes. La razón tiene que ver con el acabado final del producto, pues una ilustración de un tamaño inadecuado, demasiado oscura o pixelada dará como resultado una portada defectuosa.
Por tanto, si queremos diseñar una portada de calidad, hemos de cuidar mucho las ilustraciones, que estas posean el tamaño adecuado, que no estén borrosas ni saturadas, y que se ajusten a las necesidades de nuestro libro. De este modo podrán imprimirse con todas las garantías.
A aquellos autores que no posean conocimientos en diseño, le recomendamos acudir a un profesional. Asimismo, todas las editoriales cuentan con expertos en la materia que, además de sugerirles y aconsejarles, suelen incluir servicios de asesoramiento para diseñar una portada.
8. Buscando la ilustración perfecta
Del mismo modo que el tipo de letra era esencial en el momento de diseñar una portada, resulta de vital importancia elegir una ilustración que vaya en concordancia con lo que deseamos transmitir. No en vano, dicha imagen será, junto al título, el primer reclamo de nuestro libro.
Dicha ilustración debe ser llamativa, pero sobre todo debe reflejar el espíritu de nuestro libro; o lo que es lo mismo, resumir en cierto modo el mensaje contenido en sus páginas. Esto es crucial a la hora de conectar con los posibles lectores, porque si tenemos una idea equivocada sobre el libro, podemos destruirlo de forma irreversible.
Esto es fundamental a la hora de conectar con los lectores, pues si proyectamos una idea errónea de nuestro libro, podemos perjudicarlo de un modo irreparable.
Esto es crucial a la hora de conectarnos con los lectores, porque si tenemos una idea equivocada sobre el libro, podemos destruirlo de forma irreversible.
En el momento de elegir la imagen, fotografía o pintura que ilustrará la portada de nuestro libro, hemos de tener en cuenta si está protegida —es decir, si posee un copyright que impide utilizarla para fines comerciales—. En caso de ser así, deberemos pagar por utilizarla, o buscar otra.
Otra opción es acudir a un banco de imágenes gratuitas, que suelen abundar por Internet. Estas son de libre uso, y pueden descargarse a buena resolución sin ningún problema. Eso sí, la variedad siempre será menor que la de un catálogo de pago.
En todo caso recomendamos utilizar una única ilustración o fotografía a la hora de diseñar la portada, pues la combinación de varias puede confundir al lector. Y es que en muchas ocasiones “lo bueno, si es breve, ¡doblemente bueno!”.
9. Sometiendo la portada a una votación
¿Quieres saber si tu diseño es el adecuado y la portada de tu libro va a impactar y tener éxito? Sométela a un juicio dentro de tu entorno. No encontrarás a mejores evaluadores que tus familiares y amigos, máxime si son lectores habituales de libros. Ellos te podrán sugerir cambios y te dirán, con total confianza, si la portada es lo suficientemente atractiva. Asimismo, puedes también pedir a la propia editorial su opinión, cuyos profesionales te indicarán los aspectos que se pueden mejorar, e incluso rediseñarla.
Una buena opción es realizar más de un modelo de portada. De este modo tú mismo podrás ir viendo qué los elementos son lo que mejor funcionan y cuáles es preferible descartar. Esto te permitirá encontrar el equilibrio perfecto, máxime si lo sometes a votación.
A este respecto, resulta imprescindible enfrentarse a dichas opiniones de manera positiva, y no considerarlas una crítica hacia tu trabajo. Como ocurre en todos los ámbitos de la vida, se aprende de los errores, y contar con los consejos de los demás siempre resulta constructivo. Al fin y al cabo, tu círculo más cercano desea, al igual que tú, que el libro se convierta en un éxito.
10. Redactando la sinopsis
La redacción de la sinopsis es una parte fundamental dentro del proceso de creación de cualquier libro, y si bien no aparece en la portada, hay que tenerla en cuenta incluso antes de comenzar con el diseño de la misma.
La razón es que, dependiendo de la calidad de la sinopsis, el lector puede adquirir la obra o bien decantarse por otra. Y al decir calidad nos estamos refiriendo a si ese texto sintetiza de manera clara y llamativa lo que contienen las páginas del libro.
Un aspecto que debemos tener en cuenta a la hora de redactar la sinopsis es qué podemos contar y qué no. En este sentido, resulta imprescindible transmitir la idea general de la obra sin desvelar la trama, por lo que deberemos introducir elementos que capten la atención del lector, pero que a su vez no incluyan spoilers.
Lejos de ser un resumen, la sinopsis es el texto que describe en pocas palabras el contenido de la historia, y que a su vez tiene como misión despertar la curiosidad del lector para que este decida comprar el libro.
Insistimos en que, pese a que la sinopsis va inserta en la contraportada, es importante tener claro su contenido antes de diseñar la portada, pues esta debe ir en consonancia con dicho texto.
11. Visualiza el resultado final
Muchos son los aspectos que debemos tener en cuenta a la hora de haber diseñado la cubierta de nuestro libro.
Ver el resultado final nos ayudará a hacernos una idea global de cómo ha quedado todo. No lo es lo mismo ver la portada de un libro (que es lo primero que vemos) que la cubierta completamente abierta que incluye, además de la portada, el lomo, la contraportada y, en muchos casos, las solapas.
Si haces esto y te gusta el libro por fuera y ves que podría ser igual o mejor que cualquier libro de los que pululan en la sección de novedades de cualquier librería, entonces habrás acertado en el diseño final. ¡Enhorabuena!
Confía en nuestra experiencia
Dada la importancia que la portada posee dentro del negocio editorial —una vez más hemos de recordar que es la carta de presentación del autor y la primera toma de contacto de los lectores con su obra—, resulta imprescindible acometerla con garantías.
Si eres un diseñador experimentado o posees los conocimientos necesarios para crear una portada, no debes tener problema a la hora de realizarla. Asimismo si cuentas con familiares o amigos que puedan ayudarte en esta cuestión, podrás resolver el asunto con relativa facilidad.
En cambio, si no dominas las herramientas de diseño ni te ves capacitado para acometer la realización de la portada, lo mejor es buscar la ayuda de un profesional.
En Alma Mater contamos con un equipo de expertos en las más diversas materias, comenzando por la corrección editorial y continuando con la maquetación o la promoción de la obra. Asimismo, tenemos diseñadores gráficos con una amplia experiencia, los cuales podrán realizar la portada de sus sueños siguiendo sus indicaciones.
Dada la relevancia que posee la portada dentro del proceso de creación de cualquier libro, te aconsejamos confiar en nuestra experiencia. No te arrepentirás.